Lentejas, el origen.
No he crecido en
un piso, nunca he sabido llamar y hablar con un interfono. Me cuesta horrores
acordarme de si era primero segunda, primero tercera, escalera A o B. (y es raro, hablas por un rallador de cebolla y te deja entrar emitiendo un: MEEEEEEG!)
Tampoco me he
criado en una casa adosada, no he sabido lo que era escuchar la cotidianidad
del vecino.(entiéndase cotidianidad como gritos, gemidos, ruidos varios en horas intempestivas...)
He crecido en una
casa sola, apartada, a cinco minutos del primer vecino, que daba la casualidad
que era mi abuela.
En un hogar
construido por mi familia. Donde cada escalón, barandilla y pared tienen una
historia que contar. Por ejemplo la barandilla está, a consecuencia de que, servidora, se cayera y se diera un buen porrazo con tres años.
No sé lo que es
bajar a la placeta a jugar, pero tengo el honor de tener un montón de rincones
en los que vivido aventuras inolvidables. Yo solita he descubierto ruinas, atrevasado selvas, escalado montañas…
Detrás del garaje
hay una pared (que no llega a los dos metros) por la cual escalaba con mosquetones
que quitaba a las correa de los perros y cuerdas viejas del garaje. Me parecía que
subía montañas altísimas, incluso tenía una bolsita con magnesio (tiza de colores rallada, que era muy cuqui).
También hay un
algarrobo, con mis iniciales (de ahí se desprende de que sea MI GARROFERO), al
cual me subía mientras mi padre trabajaba en el campo. Allí arriba (a metro y
medio del suelo) me creía la “niña invisible” y jugaba a llamar a mi perrita
mientras ella intentaba encontrarme.
Luego crecí, pero
mi hogar seguía tan verde e iluminado
como antes. Ya no me subía a los árboles ni escalaba con tiza. Pero tenía mi
rincón, donde nadie me veía, allí, en el bosque, escondía todas las cartas de
amor que era incapaz de enviar.
Y asín (esta aceptado por la RAE, hora solo nos faltan que acepten "asine" y "tontoelpijo" y mi familia tendrá una cátedra) he crecido
yo. Sin playstation, sin juegos de mesa, sin paredes…. Dónde no exista el:
-
“Perdona
tenía el móvil en silencio”….o “el no tenia cobertura”.
Allí, el grito y
el “vocío” eran universal. Sin excusas. Estuvieses donde estuvieses, el grito
llegaba.
-
En cada estación
jugaba a un juego diferente. El verano, era tiempo de descubrimientos, de
noches plagadas de ruidos a reconocer. El otoño para pasear y aprender sobre
setas, hojas, rastros… el invierno para pisar charcos, abrigarme como si fuera
al polo norte, y con suerte, ver como cambiaba el paisaje de mi montaña con un
manto blanco de nieve. La primavera
estaba llena de juegos con animalitos, perseguir mariposas, descubrir nidos…
ver crecer los campos.
Y aquí me tenéis,
sin mi rincón, sin mi garrofero (otra palabra que esperamos RAE acepte, también llamado algarrobo), sin mi pared vertical y mis animalitos. Pero sigo
escribiendo cartas de amor que no enviaré, sigo pensando que tengo el súper
poder de la invisibilidad y sigo persiguiendo algún que otro animal.